Proceso: Elementos de Sujeción

Uniones Clavadas
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Hexágono: Actividades de Uniones Clavadas

El clavo

 

El clavo existe desde que el hombre empezó a trabajar los metales y hoy día su utilización continúa siendo generalizada.

Para cada tipo de trabajo con maderas y con otros materiales existe una variedad específica de clavo.

Los hay muy comunes, en tanto que otros lo son menos, pero todos tienen como principal misión la de mantener unidas entre sí dos partes separadas. Sin embargo, y a pesar de esta simplicidad, es oportuno hacer algunas consideraciones.

Lo primero que hay que tener en cuenta es la fuerza de retención. El clavo asegura la prensión gracias al frotamiento; por tanto, un clavo largo y grueso tendrá mayor retención que uno pequeño y delgado. Además de los clavos comunes obtenidos a partir de varilla metálica y por ende de sección redonda, los hay también con vástago retorcido o con irregularidades para mejorar la retención. Ésta depende también mucho de la naturaleza del material en que se hinca y de las exigencias a las que el clavo y el tipo de unión se hallarán sometidos. Siempre que sea posible estas solicitaciones deberían ser siempre paralelas o perpendiculares al eje del clavo.

En los trabajos de carpintería es una buena norma, si se quiere conseguir una adecuada consolidación, encolar las superficies que entran en contacto antes de clavarlas. Éste es el proceso más elemental: clavar y encolar.

Los clavos tienen 3 partes elementales que definen las características que lo hacen adecuado para cada particular tipo de trabajo y a esas tres partes se le suma, el material con que está construido y el acabado.

La cabeza es la parte del clavo que es golpeada con un martillo, o en el caso por las herramientas neumáticas o eléctricas para clavar.

El cuerpo del clavo, es la parte que realiza la mayor parte de la fijación. El cuerpo es introducido por la fuerza entre las fibras de la madera y éstas lo presionan manteniéndolo en su sitio. Esto explica por qué es tan difícil sacar un clavo de la madera.

La punta del clavo es mucho más importante de lo que parece a primera vista. Aparte de las formas recomendadas para los trabajos más habituales, también las hay especiales para evitar que la madera se rompa y diseñadas para doblar el clavo cuando penetre la madera.

Los clavos pueden ser “sin acabado”, con capa cementada, galvanizados, de acero inoxidable o de aluminio. Estos diferentes acabados, recubrimientos o materiales dan al clavo diferentes niveles de resistencia a la oxidación o especiales características apropiadas para determinados trabajos.

 

Tipos de clavos más comunes para clavado manual.

 

Clavo de cabeza plana.

 

De hierro o de acero suave, es el modelo más empleado para unir dos piezas de madera cuando no hay que respetar ninguna estética en concreto. La cabeza plana a veces cuenta con estrías que evitan el deslizamiento del martillo.

Clavo de cabeza pérdida.

 

De hierro o de acero suave, se utiliza para uniones delicadas: su cabeza de débil volumen se disimula fácilmente en el grosor de la madera. Basta con hundir la cabeza con un punzón de clavos para que “desaparezca” de la superficie.

Clavo sin cabeza.

 

De acero suave, es el “clavo del vidriero” por su talla pequeña, que se disimula fácilmente bajo la masilla de los cristales. Hay modelos pequeños de clavos sin cabeza, cuyo diámetro es muy pequeño, entre 0.5 y 0.6 mm. Muy apreciados para conservar enchapados de madera.

Punta para romper.

 

Esta aguja, de acero bañado, con cabeza, de 30 a 35 mm de largo, se utiliza para clavar piezas frágiles como, por ejemplo, las molduras decorativas de una puerta. Cuando de obtiene la fijación, basta con torcer la parte sobresaliente de la aguja para que se rompa a ras de la superficie, sin dejar ninguna señal.

Clavo para hormigón.

 

De acero bañado, es de color negro y puede penetrar en materiales de construcción más duros. Se recomienda llevar gafas de protección pues, en caso de maniobra falsa, este tipo de clavo no se tuerce, ni se rompe.

Clavo estriado.

 

La espiga de la sección cuadrada está terminada en hélice. De este modo, el clavo gira hundiéndose en la madera, mejorando la fijación y permitiendo uniones de mayor resistencia.